AETAL

Educación Teológica y vida cotidiana

Se atribuye a Immanuel Kant la frase que dice que «el fin de la educación es desarrollar en cada individuo, toda la perfección de que él sea capaz». Cabe decir que, por perfección, se quiere decir el desarrollo de todas las facultades humanas de forma armónica.

En general, las iglesias hoy son más instituciones formalizadas que comunidades vivas, cuya preocupación orientadora acaba siendo o la mera preparación para la vida después de la muerte o la profunda inmersión en cuestiones de esta vida, por regla general orientadas hacia el constante consuelo y el bien estar en nombre de una supuesta prosperidad asegurada a los que creen de verdad en la verdad. El resultado son personas comprometidas con una transformación reducida a los ambientes religiosos, pero no efectivamente clara y establecida en la vida en general.

Es sabido que una minoría de los miembros de las iglesias es que busca un aprendizaje formal en el área teológica. Por eso, lo más importante no es lo que la Teología significa para los estudiantes de ella, sino para las personas en general.

El estudio teológico no es atractivo para muchos porque se concentra en mera incautación de informaciones y transmisión de contenidos extremadamente complejos, sin embargo, la Teología es para ser «todo esfuerzo de los cristianos para pensar su creencia acerca de lo que Dios hace en la historia y cómo afecta esto «¡Quizá la vida sea, en ese caso, más objeto de estudio que Dios!

Mi intención es provocar una percepción de la necesidad de crear relaciones entre la TEOLOGÍA, la EDUCACIÓN y la VIDA DE LAS PERSONAS. Creo en el papel de la Teología como EDUCADORA PARA VIDA y no meramente como herramienta religiosa para «adoctrinar» a un pueblo, sin aportaciones efectivas a la sociedad como un todo.

Entiendo que la teología educa y afecta la vida de las personas. Todas las principales doctrinas tienen su dimensión práctica exactamente como todas las cuestiones prácticas tienen su aspecto doctrinal. Por eso, el gran desafío es disminuir la distancia entre la TEOLOGIA y la VIDA COTIDIANA, de modo que ambas se encuentren y se abracen aclarando el verdadero sentido de lo que es «vivir para Dios».

La gran cuestión es: ¿cuánto la Teología puede efectivamente educar a las personas a punto de interferir en su modo de vida y elevar la vida a niveles satisfactorios de bienestar y de relación con el Creador?

El Apóstol Pablo, en 2 Timoteo 3.16,17, afirmó que «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la educación en la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y perfectamente habilitado para toda buena obra «. La visión de Pablo en cuanto a la «utilidad» de las Escrituras Sagradas va mucho más allá de lo que la estamos usando hoy.

Jesús demostró profundo interés en las personas y en cómo sus creencias afectaban sus vidas. En Mateo 23

Él censuró a escribas y fariseos por dificultar la vida de las personas. Necesitamos huir tanto de la tendencia griega que Pablo recriminó (1Co 1.22) y del casuismo fariseo que Jesús reprochó tan claramente (Mt 23).

Sin embargo, hay que reconocer que, según afirmó Júlio Zabatiero, «la educación es una actividad compleja, exigente y de larga duración». Siendo así, en el ámbito de la Educación Teológica, es necesario instigar a los egresados ??a pensar en cómo el aprendizaje puede afectar sus vidas y la de aquellos para los que van a ministrar. En función de ello, cualquier práctica educativa es incompleta y sujeta a la renovación y cambio en virtud de la singularidad inherente a cada persona.

ANTONIO LAZARINI NETO

– Director General de la Facultad Teológica Batista de Campinas (SP);

– Licenciatura en Teología y Maestría en Ciencias de la Religión; – Pastor, profesor y escritor.

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